Piperno
En una pequeña plaza, Piperno ofrece desde hace tres generaciones los platos más tradicionales de la cocina romana.
Elegante, refinado, señorial, todos los adjetivos que difícilmente encontraras combinado con la cocina romana, pero que en cambio se combinan perfectamente con este local. Cuando entras por Piperno te sentirás come si estuvieras en una distinguida sala de té inglés, será porque nunca hay confusión o quizás para los camareros todos rigurosamente en chaqueta blanca. En las paredes hay grandes pinturas con más de 250 años que añaden ese toque artístico.
El restaurante se encuentra en el borde del gueto judío desde 1860, pero la familia que ahora está llevando a cabo esta actividad es de Amatrice, el cocinero Pier Paolo Boni recuerda con mucho dolor el terremoto de 2016, allí dejó un pedazo de su corazón. La humanidad de esta persona se percibe no solo por sus historias, sino también por todos los clientes, incluso extranjeros, que antes de salir le tienen que saludar, le agradecen por lo que han comido y si hay tiempo intercambian dos charlas como si fueran viejos amigos.
La calidad de los platos es altísima pero el menú no es tan amplio, los fritos son sin duda su especialidad, entre los primeros que hay que probar están los raviolis de ricotta y espinacas en crema de leche, simplemente fantásticos.
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